martes, 5 de mayo de 2015

VIOLACIÓN SEXUAL EN NUEVO CÓDIGO PENAL: DELITO DE GENOCIDIO, CASO RUANDA

MUJERES ABUSADAS
EN AFRICA.
El dictamen del nuevo Código Penal peruano trata especialmente los delitos contra los derechos humanos perpetrados en tiempos de paz o de conflictos armados, ubicándolos en su verdadera dimensión, con lo cual el Perú cumple con las obligaciones establecidas en los 36 tratados de los cuales es parte, en especial con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
De acuerdo a lo informado en la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso de la República, los delitos tipificados son: delito de genocidio, delito contra el derecho internacional de los derechos humanos, delitos de lesa humanidad y delitos contra las normas humanitarias mínimas protegidas en conflictos armados.
El nuevo Código ha modificado considerablemente el delito de violación sexual con el objeto de tutelar en mayor medida a la víctima. Ha eliminado el término “grave” de la amenaza para obligar a la víctima de violación sexual, lo que significa una gran reforma, ya que se ha previsto que para la comisión de este delito no se requerirá quebrar el libre consentimiento solo mediante la amenaza o la violencia, sino también a través de un entorno de coacción o de cualquier otro entorno que le impida dar su libre consentimiento para tener acceso carnal.
Esta modificación, precisa el documento, impedirá que actos de violación sexual en el que la víctima haya dado su consentimiento bajo un entorno de coacción, queden impunes porque no se ha evidenciado violencia o “grave” amenaza contra ella.
Esta reforma se inspiró en la sentencia del caso Jean-Paul Akayesu expedida por el Tribunal Penal de Ruanda, un país africano.
JEAN PAUL AKAYESU
CASO RUANDA
¿Quién fue Jean-Paul Akayesu?  Fue el primer hombre declarado culpable de genocidio (que incluye violaciones sexuales) y crímenes contra la humanidad por participar y supervisar determinados actos mientras se desempeñaba como alcalde de la ciudad ruandesa de Taba.
El joven Akayesu, nacido en la comuna de Taba en 1953, era miembro activo del equipo de fútbol local, además de padre de cinco hijos y maestro. Era un líder respetado en su comunidad, considerado un hombre de alta moralidad, inteligencia e integridad.
En 1991, Akayesu incursionó activamente en la política y fue elegido presidente local del Movimiento Republicano Democrático, un partido de la oposición. Aunque al principio se mostraba reacio a ocupar cargos públicos, fue elegido alcalde de Taba, un cargo que ocupó desde abril de 1993 hasta junio de 1994.
Como alcalde, Akayesu era líder de la comunidad, y la población lo trataba con respeto y deferencia. Supervisó la economía local, controló a la policía, administró justicia y en general encabezó la vida social en la ciudad.
Después del comienzo del genocidio ruandés, el 7 de abril de 1994, Akayesu mantuvo inicialmente a su pueblo fuera del exterminio masivo; no le permitía a la milicia realizar operaciones en ese lugar y protegía a la población tutsi. Pero después de la reunión de líderes del gobierno interino (quienes habían planeado y orquestado el genocidio) celebrada el 18 de abril, se produjo un cambio sustancial en la ciudad y aparentemente en Akayesu. Al parecer, había calculado que su futuro político y social dependía de su colaboración con las fuerzas que llevaban adelante el genocidio. Akayesu cambió su traje por una chaqueta militar, y adoptó literalmente la violencia como su modus operandi: testigos lo vieron incitar a los habitantes de la ciudad para que formaran parte de las matanzas y para convertir en lugares de tortura, violaciones sexuales y asesinato sitios que habían servido de asilos seguros.
Como los vientos de la guerra cambiaron, Akayesu escapó a Zaire (actualmente República Democrática del Congo) y luego a Zambia, donde fue arrestado en octubre de 1995. En un juicio llevado a cabo ante el Tribunal Criminal Internacional para Ruanda se lo declaró culpable de genocidio, la primera condena de ese tipo en una corte internacional y la primera vez que la violación sexual fue considerada un componente de genocidio. Akayesu cumple condena perpetua en una prisión de Malí.

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